El 60% de los obesos que lleva un balón intragástrico es fumador, según datos de la Unidad de Tratamiento Endoscópico de la Obesidad del Hospital Universitario Madrid Montepríncipe hechos públicos hoy. Según el doctor Gontrand López-Nava, director de la Unidad, la obesidad y el consumo de tabaco van unidos muchas veces, pese a que el aumento de peso «es uno de los temores más habituales en aquellos que se plantean dejar de fumar». No obstante, el doctor López-Nava subrayó que los pacientes que acuden a esta unidad aprovechan con frecuencia la situación de inicio de pérdida de peso inducida por el balón intragástrico, para abandonar el hábito tabáquico.

Los pacientes sometidos a esta técnica disminuyen la ingesta diaria de alimentos, ya que una vez que se les instala este dispositivo tienen sensación de saciedad precoz y de plenitud gástrica (estómago lleno), por lo que se disminuye la ansiedad provocada por la falta de comida. En este contexto, el doctor López-Nava afirmó que el paciente se siente más animado para dejar de fumar. «Hay que tener en cuenta que el 60% de los fumadores gana peso al dejar de fumar. Mientras somos adictos a la nicotina –añadió–, ésta quema aproximadamente unas 300 calorías, sin hacer el más mínimo esfuerzo, debido a que aumenta la velocidad del metabolismo basal y además controla el apetito-ansiedad».

Los efectos sistémicos de la nicotina, que aceleran el metabolismo basal, son los responsables, al desaparecer ésta, de un 30% de la ganancia de peso, y el 70% restante se debe a un aumento de las calorías ingeridas. De hecho existen estudios que han demostrado que el ex fumador aumenta en 300 kilocalorías/día su dieta durante los meses posteriores al abandono debido a factores psicológicos relacionados con la ansiedad del síndrome de abstinencia, y a factores como la mejoría sensitiva del olfato y gusto por la comida. «Por tanto –dijo este especialista– para limitar esa mayor ingesta en el periodo de abstinencia a la nicotina, el balón intragástrico va a constituir una importante ayuda a nuestros pacientes obesos, ya que por un lado restringe la capacidad de llenado gástrico y, por otro, disminuye el apetito al producir sensación de saciedad precoz y de estómago lleno».