Tengo 58 años y soy diabético de tipo b. Cuando el año pasado ya estaba tomando 3 comprimidos diarios de Diamicron y otros 3 de Metformina 850, llegué al convencimiento de que era necesario perder peso. Por la vía de un colega que se había hecho poner el balón intragástrico, vi que le había ido muy bien y me animé.
Un día fui a la sesión informativa del Dr. López Nava y, si me quedaba alguna duda, entre la coordinadora de la Unidad del Balón Intragástrico, Sra. Piedad Trapote y él, me la disiparon.
Así que con toda tranquilidad, pedí cita, me hicieron las pruebas correspondientes y llegamos al día de la implantación del balón. Un rato y listo. A las dos o tres horas de haber entrado en el Hospital Madrid Norte Sanchinarro, salía de camino a casa. Luego un día o día y medio con molestias -totalmente llevaderas- y hasta el día que me llamó Piedad para decirme que el tiempo había pasado y que había que extraer el balón. Nunca a lo largo de los siete meses y medio tuve ni la más mínima molestia. Durante ese tiempo asistí a consultas mensuales con el endocrino asignado, que te indica la alimentación que debes llevar -no se pasa hambre- y con la psicóloga asignada al tratamiento, quien te ayuda, si te hace falta, en el proceso de la pérdida de peso.
Siempre me sentí bien atendido.
Algo que me parece importante resaltar son dos cosas: por una parte, uno tiene que estar decidido a adelgazar con lo que eso conlleva y por otra, hay que acostumbrarse a hacer ejercicio (que nadie se preocupe: no hay que prepararse para participar en unos juegos olímpicos, pero sí hay que hacer ejercicio).
Lo he tenido puesto siete meses y medio y he pasado de 129,5 a 97 kg.
Este es el mejor comentario que puedo hacer. Hace dos semanas que me lo extrajeron y creo que con cuidado y habiendo modificado un poco mis hábitos alimentarios y de ejercicio será factible mantener el peso actual.